viernes, 23 de julio de 2010

La Lógica en la vida cotidiana (Parte II)

La Lógica en la vida cotidiana (Parte II)

Sergio Centeno García

Decía, en la entrega pasada, que la condición indispensable para que un razonamiento sea correcto, aunque no necesariamente verdadero, es la conexión necesaria entre premisa y conclusión; es decir, que haya un lazo tan estrecho entre los pensamientos que se plantean previamente y el pensamiento resultante, que este último no pueda ser de otro modo.

Si alguien dice “Hoy es lunes y por tanto Juan vendrá”, se está razonando incorrectamente, porque del hecho de que sea lunes no se deriva por necesidad que Juan venga; a menos claro, que se haya establecido previamente “Todos los lunes viene Juan”, pero si no hay este antecedente, si del sólo hecho de que sea lunes se intenta derivar que Juan tenga que venir se está incurriendo en un error lógico.

Ahora bien, es menester también aclarar que en rigor lo lógico suele referirse sólo al ámbito del pensamiento, pero esto no es óbice para afirmar que también lo material e incluso la acción humana obedecen a una cierta lógica.

En lo material, lo que tiene lógica es aquello que tiene orden o coherencia entre sus partes. Por ejemplo, una casa o un edificio es lógico desde el momento en que tiene distribuidas sus partes, sus columnas, sus puertas, ventanas, etcétera, con una cierta regularidad que suele ser geométrica. Así, las ventanas se colocan a una misma distancia del techo y del piso, y también equidistantes entre sí. En otros términos, en lo material es lógico aquello cuyas partes que lo conforman están ordenadas de tal modo que le dan unidad y coherencia al todo.

Por otro lado, en el ámbito de la acción humana cotidiana lo que más prevalece es el pensamiento y el actuar ilógico, ya que una gran mayoría de los actos que realizan los hombres como reacción a una acción previamente dada o establecida no son necesarios. Veamos algunos ejemplos del actuar ilógico del hombre en su vivir cotidiano.

He aquí a una familia comiendo a la mesa: Papá, mamá e hijos. De pronto, el más pequeño de ellos tira sobre la mesa el vaso con agua y ésta se derrama por toda la superficie mojando algunas cosas que supuestamente no deben ser mojadas. Viene la reacción del papá y reprende al niño; la mamá en cambio puede hasta darle un golpe, más si es una familia tradicional en donde la madre realiza las labores del hogar.

Aquí cabe preguntarse: ¿Es necesario que tanto la mamá, como el papá o los hermanos reprendan al niño por haber derramado el agua sobre la superficie de la mesa? Lo que pregunto es esto: ¿No había otra opción para actuar ante el descuido del hijo? Por supuesto que sí las había, y si esto es así, entonces no era necesario que se actuara de ese modo, por lo tanto, se actuó de manera completamente ilógica e incorrecta.

Un hombre cualquiera, casado o soltero, encuentra a su pareja sentimental en brazos de otro y enseguida los asesina o los golpea, se suicida o se tira al vicio, y otra vez la pregunta en el sentido si cualquiera de estas cosas era necesaria. No, definitivamente no, puesto que se plantean incluso más de 2 posibilidades de reaccionar ante el hecho.

El hombre que pierde su trabajo y se asume ya como un fracasado; la joven estudiante que hace un examen para entrar a la Universidad pero que lo reprueba y ante eso se suicida, etcétera. Todos estos son ejemplos de acciones cotidianas ilógicas.

Quede claro esto: el actuar ilógico de los hombres en su vivir cotidiano se realiza desde el momento en que teniendo muchas alternativas de reacción convierte en necesaria una de ellas cuando en realidad no lo es. Ahora bien, si la circunstancia le ofrece muchas alternativas es evidente que al asumir una como necesaria sin serlo, su actuar tendrá que ser incorrecto, pero por lo menos, el hombre debería usar su inteligencia para optar por aquella alternativa que no le signifique ni daño físico, ni daño emocional para él o sus semejantes. Así, haría lo conveniente aunque no fuese lógico.

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